jueves, 27 de abril de 2017

Angelito, atraviesa barreras de la discapacidad.




El ser humano se crece ante las adversidades y obstáculos de la vida.
  La verdadera riqueza está en enfrentarse a nuevas situaciones y continuar adelante.
 Un  ejemplo de  historia de vida de cómo la voluntad carece de barreras es Ángel Columbié Matos.
Lo conocí en la Casa de Abuelos número 3 en Colón, en el antes conocido y aún se nombra así por muchos el Centro Gerontológico- dirigía  un grupo de ancianos que realizan la gimnasia matutina, con una dosificación perfecta de los ejercicios,  el grupo seguía su instrucciones.
Me le acerqué al concluir y le pregunté si había sido profesor de Educación Física al instante me contestó:
-      “No, lo que pasa es que fui militar y esa preparación le posibilitó mantener el cuerpo activo como lo hace  hasta hoy aunque con más años, porque –sonríe – mientras más te mueves más años duras”.
 Ya me habían advertido de su discapacidad,  visual pero percibiendo su desempeño me asombré y continúanos la  conversación en la misma área donde tomó su bastón para apoyarse.
-      “Hace 8 años perdí la visión del ojo derecho y después del otro, pero mi ceguera no me afecta para nada- explica-  camino  por toda la ciudad solo, aunque no puedo negar la ayuda de muchas personas, sobre todo para el cruce de calles con mucho tráfico de vehículos”.
   ¿Y aquí en la Casa de Abuelos cómo se siente?
-       Aquí paso casi todo el día y la ayuda es en “masas”,   aunque tengo marcado el lugar donde tengo el sillón, sé como caminar por los pasillos, el patio y el comedor, todos me quieren y yo ayudo en lo que pueda como los ejercicios por las mañanas los cuáles dirijo y mis alumnos son muy obedientes porque tengo mis “mañas” para saber si lo hacen o no”.
Concluye nuestra conversación y busca su sitio con el sonido peculiar del bastón  palpando  las paredes, lo acompañan hasta su sillón y lo siento susurrar antiguos boleros con una sonrisa llena de recuerdos, me despido y reafirma, ‘’aquí soy feliz me quieren y a todos los quiero, me siento bien, me alimentan bien,  esta es una verdadera casa”  
  Adentrarse en este lugar  es derribar barreras donde  prima  amor y deseos de vivir.
 La edad para nada significa, pereza, lo demuestran  los proyectos que integran los ancianos y ancianas de:  artes manuales , consejo de salud, baile, teatro, desfiles de moda, recetas de cocina, todo un paraíso de felicidad necesario y priorizado por el país ante el envejecimiento de la población cubana.

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