El
ser humano se crece ante las adversidades y obstáculos de la vida.
La verdadera riqueza está en enfrentarse a
nuevas situaciones y continuar adelante.
Un ejemplo de historia de vida de cómo la voluntad carece de
barreras es Ángel Columbié Matos.
Lo
conocí en la Casa de Abuelos número 3 en Colón, en el antes conocido y aún se
nombra así por muchos el Centro Gerontológico- dirigía un grupo de ancianos que realizan la gimnasia
matutina, con una dosificación perfecta de los ejercicios, el grupo seguía su instrucciones.
Me
le acerqué al concluir y le pregunté si había sido profesor de Educación Física
al instante me contestó:
-
“No, lo que pasa es que fui militar y esa preparación le posibilitó mantener el
cuerpo activo como lo hace hasta hoy
aunque con más años, porque –sonríe – mientras más te mueves más años duras”.
Ya
me habían advertido de su discapacidad, visual
pero percibiendo su desempeño me asombré y continúanos la conversación en la misma área donde tomó su
bastón para apoyarse.
-
“Hace 8 años perdí
la visión del ojo derecho y después del otro, pero mi ceguera no me afecta para
nada- explica- camino por toda la ciudad solo, aunque no puedo negar
la ayuda de muchas personas, sobre todo para el cruce de calles con mucho tráfico
de vehículos”.
¿Y
aquí en la Casa de Abuelos cómo se siente?
-
“Aquí
paso casi todo el día y la ayuda es en “masas”,
aunque tengo marcado el lugar
donde tengo el sillón, sé como caminar por los pasillos, el patio y el comedor,
todos me quieren y yo ayudo en lo que pueda como los ejercicios por las mañanas
los cuáles dirijo y mis alumnos son muy obedientes porque tengo mis “mañas”
para saber si lo hacen o no”.
Concluye nuestra conversación y busca su
sitio con el sonido peculiar del bastón palpando
las paredes, lo acompañan hasta su
sillón y lo siento susurrar antiguos boleros con una sonrisa llena de recuerdos,
me despido y reafirma, ‘’aquí soy feliz
me quieren y a todos los quiero, me siento bien, me alimentan bien, esta es una verdadera casa”
Adentrarse en este lugar es derribar barreras donde prima
amor y deseos de vivir.
La edad para nada significa, pereza, lo
demuestran los proyectos que integran
los ancianos y ancianas de: artes
manuales , consejo de salud, baile, teatro, desfiles de moda, recetas de
cocina, todo un paraíso de felicidad necesario y priorizado por el país ante el
envejecimiento de la población cubana.
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